El Fondo Verde para el Clima (GCF, por sus siglas en inglés) es un fondo establecido dentro del Marco de Cambio Climático de las Naciones Unidas para asistir países en desarrollo en las prácticas de adaptación y mitigación al cambio climático. Debido que “las naciones que menos contribuyen a menudo están a riesgo de perder más” dijo Barack Obama en 2014, el GCF promete proveer instrumentos significativos, relevantes y efectivos para concertar un esfuerzo global de afrontar el cambio climático. Los países industrializados se han comprometido voluntariamente a aportar $10.3 billones al GCF para ayudar a países en desventaja económica a reducir sus emisiones de gases de invernadero y tomar acción sobre los efectos irreversibles del cambio climático.
El anuncio del presidente Trump de retirarse del Acuerdo de París y de su contribución al Fondo Verde para el Clima puso el mismo en el lente mediático. EEUU se comprometió a aportar $3 billones al GCF en plazos anuales. Actualmente, ha aportado $1 billón en dos pagos de $500 millones, los cuales representan 0.012% del presupuesto federal y su coste representa solo $1.53 por individuo anualmente. Para comparación, los estadounidenses gastan $37.32 en café por persona cada año. Al comparar las contribuciones al GCF, Estados Unidos está lejos de ser el país que más ha prometido a dicho fondo.
El financiamiento climático ayuda a nivelar el campo de juego para los negocios comprometidos con la sustentabilidad y perspectivas alineadas con el ambiente, de ésta manera se envían señales al mercado que ayudan a desplazar el flujo de capital privado a un norte más socialmente responsable. También contribuye a estimular mayor acción y ambición reduciendo las barreras para que los países con mayor escasez de recursos puedan implementar nuevas políticas, innovar y desarrollarse con igualdad de oportunidad.
El GCF tiene aprobados más de 800 proyectos alrededor del mundo. Con apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el GCF estableció el Bono Verde de Eficiencia Energética en América Latina y el Caribe para proveer un mecanismo de financiamiento alternativo para proyectos de eficiencia energética. Además se ha aprobado un Centro Energía Sustentable para el Caribe oriental que beneficiaría a varias islas de la región.
El Banco de Desarrollo del Caribe, acreditado por el GCF, recientemente aprobó una serie de subvenciones que apoyan la resiliencia climática y de manejo de riesgo de desastre en el Caribe. Dichas subvenciones están financiadas por la Unión Europea bajo el Programa para el Manejo de Riesgo de Desastres Naturales que surge como iniciativa del grupo de Estados Africanos, Caribeños y Pacíficos (ACP). Su objetivo es reducir la vulnerabilidad de los impactos a largo plazo de los desastres naturales, incluyendo los impactos potenciales del cambio climático.
Parte de los proyectos incluyen una subvención de $258,432 a Jamaica para mejoras al sistema de monitoreo de inundaciones en el Río Cobre. Además, recibirá $391,778 para fortalecer su capacidad de manejo de riesgo de desastres en Portmore a través de la integración de planificación, política pública, GIS y resiliencia comunitaria.
Dos proyectos de capacitación a nivel regional fueron otorgados al Instituto Caribeño de Meteorología e Hidrología y a la Agencia de Manejo de Emergencias y Desastres en El Caribe (CDEMA). El objetivo es robustecer la habilidad institucional nacional y regional de predecir las condiciones del tiempo y el clima; y desarrollar sistemas de advertencia temprana sobre brotes de enfermedades asociadas a los mosquitos. En el caso de CDEMA se busca mejorar los procedimientos de respuesta de emergencias.
Otros países, como República Dominicana, también buscan aprovechar la disponibilidad de dichos fondos. Además, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (ECLAC) ha propuesto la creación de un Fondo de Resiliencia del Caribe como parte de una estrategia de alivio de deuda basada en el intercambio de propuestas hacia el cambio climático.
Utilizar “los fondos climáticos prometidos para rebajar la deuda de los países caribeños y crear el financiamiento necesario para crear inversiones en economías verdes e iniciativas de mitigación y adaptación al cambio climático”, dijo Alicia Bárcena, presidenta de ECLAC, reconociendo que los países del Caribe están entre los más endeudados mundialmente. Para una muestra, mirar a Puerto Rico. ¿Será que, contrario a lo que nos han dicho, tomar acción ambiental podría mejorar la situación fiscal?